Desde pequeña sentía la necesidad de expresarme, hablaba mirándome al espejo, simulando que mi peinilla era un micrófono. Tenía 12 años y en cierta reunión familiar tuve el impulso de hablar frente a todos para hacer un brindis por navidad, sentía como una bola de fuego atravesaba mi pecho, creo que no dije más de diez palabras porque estaba muerta de nervios, sin embargo, en lo profundo de ese impulso se escondía mi verdadera vocación, la que luego me llevo a la universidad a estudiar comunicación social y aunque era muy tímida sabía que ese era el camino que debía escoger. Más tarde, empezó mi carrera en la televisión, ahí entre sin tener experiencia alguna, con mis cuatro semestres universitarios y con toda la ilusión de hacer realidad mis sueños. Aprendí en la cancha, cometiendo errores y aciertos, aprendí de cada experiencia, de cada compañero de trabajo, aprendí y aprendí y sigo aprendiendo.