Tomá
las riendas
de tu

Desde pequeña sentía la necesidad de expresarme, hablaba mirándome al espejo, simulando que mi peinilla era un micrófono.  Tenía 12 años y en cierta reunión familiar tuve el impulso de hablar frente a todos para hacer un brindis por navidad, sentía como una bola de fuego atravesaba mi pecho, creo que no dije más de diez palabras porque estaba muerta de nervios,  sin embargo, en lo profundo de ese impulso se escondía mi verdadera vocación, la que luego me llevo a la universidad a estudiar comunicación social y aunque era muy tímida sabía que ese era el camino que debía escoger.  Más tarde, empezó mi carrera en la televisión, ahí entre sin tener experiencia alguna, con mis cuatro semestres universitarios y con toda la ilusión de hacer realidad mis sueños.  Aprendí en la cancha, cometiendo errores y aciertos, aprendí de cada experiencia, de cada compañero de trabajo, aprendí y aprendí y sigo aprendiendo.

Hablar frente al público o frente a una cámara no es cuestión de talento, más bien es una habilidad que la puedes desarrollar con conocimientos y mucha práctica. Yo tuve un camino lleno de experiencias que desafiaban mis límites y lo más cumbre de esto, es que yo misma buscaba estar al límite, desafiando mis miedos y debilidades.  Por eso estoy convencida que si alguien quiere o tiene la necesidad de desarrollar sus habilidades de comunicación, lo puede hacer, solo necesita decisión y compromiso. 

Con el tiempo he comprobado que ser un buen comunicador te abre puertas a tu crecimiento en liderazgo y autoestima,  además te permite construir relaciones más exitosas, más felices, más amorosas y esto se siente tan poderoso, porque el impacto que genera en tu vida es una contribución directa a tu felicidad.   

NADA CAMBIARÁ
SI SIGUES SIENDO